Santiago López Castillo

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«Santiago»

By Jorge Lopesino
Bolígrafo sobre papel. 30×40 cm
@JRLOPESINO
jorgelopezsino@gmail.com

Tras la noche de Reyes la Maliciosa amaneció una vez más envuelta en “papel celofán” como a él le gustaba decir, sin embargo ya no la pudo contemplar desde su ventana como acostumbraba.

Corría el año 2002 cuando nos conocimos. Ambos habíamos fijado por motivos bien diferentes nuestras moradas en el mismo lugar. Así que éramos vecinos en un entorno natural privilegiado recién construido.

Santiago había llegado a esa pequeña localidad serrana de Madrid, casi huyendo de una Alcarria cainita y cacique a sus ojos y que yo bien conocía, por lo que pronto nos unieron más de un pensamiento, muchas reflexiones y algunas filias y fobias, aun siendo muy diferentes. No en vano nos separaban treinta años de vida.

Su amor por la naturaleza, los animales (especialmente los canes), la cultura y el arte, enseguida fueron parte de nuestras conversaciones mientras paseamos nuestros perros (cachorros) ya amigos antes de que nosotros llegáramos a serlo, -Nótese que los animales se conectan o se repelen mucho antes que los humanos-.

Unamuno (Niebla), Ortega y como no, Cela, del que había sido amigo personal, nos abrigaban en nuestras conversaciones de paseo mientras nuestros perros jugueteaban. Despotricábamos de políticos de uno y otro lado, él especialmente mordaz con los de ahora que son los de antes y los de siempre desde la transición que había vivido y cubierto como periodista. Cómo no iban a atraerme esos encuentros, breves pero intensos de debate. Aquello, que eran conversaciones que me anticipaba y luego escribía desde una valentía casi temeraria , le costaron el puesto en la radiotelevisiónespañola todavía hoy maniatada. Pero no cesó… Siempre Quijote y yo un poquito Sancho, cuando me buzoneaba los artículos antes de llegar a redacción: “te has pasado Santiago, pero ole tus huevos” le decía.

Un día, desde su hartazgo de la política me dijo: “fundamos un partido y nos presentamos a las elecciones municipales” Y así fue libres e independientes (LEI). Lo hicimos. No obtuvimos ni los votos de la familia. No en vano él andaba peleado con la suya.

Antes de eso había ensayado una vuelta a un programa de divulgación medioambiental, “En verde” le llamó, y no dudó en contratar a mi mujer como bióloga asesora del programa. Pero aquello no duró muchas emisiones. Volvieron a ponerle en el punto de mira. El mundo contra él y él contra todo. Definitivamente lo fusilaron.

Fantástico escritor y hasta interesante pintor… Quiero recordarle desde aquellos primeros años y no desde las angustias y desvaríos, que vinieron después y que fueron buena parte de su final.

Vivía a sólo unos metros de mí, pero ya no le veía desde hace años. Hasta que un buen samaritano y vecino común, Manolo, “El Comunista “, le llamaba él con cariño, me paró la mañana del día 7 y me dijo: «Santiago ha muerto”.

Descanse en Paz.

Jorge Lopesino.

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