Azul

«Pabellón». 1988. María José Castaño.

 

Publicada en 1888 en Valparaíso, “Azul”, de Rubén Darío, es la obra cumbre del modernismo hispánico.

 

El AZUL es, en Rubén Darío, más que un color. Ya decía el gran crítico Juan Valera, que el azul, representa para Rubén “lo ideal, lo etéreo, lo infinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luz difusa, la amplitud vaga sin límites, donde nacen, viven, brillan y se mueven los astros”.

Para Victor Hugo,  “L’art c’est  l’azur” (“El arte es el azul”). Como “azur” era  el de los antiguos armoriales de los Capetos, en campo “azul rey”.

Y es que el azul siempre ha estado presente en mi vida. Color de ida y vuelta en un eterno retorno:

Azul, era el color de mi iniciación laboral en los noventa; teñido de azul está el recuerdo de una fría estampa navideña infantil; resplandecía el azul aquel día en el que conocí en su “Pabellón” de Cascajares a “La Reina del Azul”, la burgalesa María José Castaño, todo un descubrimiento, que es capaz de fundir con genio al maestro Cézanne con los sueños azules de Chagall, porque para usted, también, el arte es azul. Azules son los escuadrones de rabilargos (Cyanopica cookii) que planean todos los días por mi morada serrana. Difícil de explicar, ¡parbleu!, pero así es. Causalmente azul.

En el colegio, mis hijos aprenden que el azul tiene ahora apellido, es “azul blue”. El  azul es el más internacional de los colores, el más independiente, seguro y pacífico. El color de la sabiduría, de la ciencia, del “blues”, de la cocina excelente, de los “jeans”, del zafiro, de la paciencia y la reflexión. Los ideales, el anhelo y la lealtad flotan en el azul.

Dicen que todos tenemos un color preferido, y es probable que a través del mismo filtremos nuestra mirada de la realidad. El mío es el azul.

¿Cual es el tuyo?

JRL.